sábado, 24 de febrero de 2024

SIN MEMORIA - Capitulo 24

No nos preocupamos por despertar. Lo que quedaba por hacer en comisaría era todo papeleo. Y lidiar con asuntos internos y el FBI sería cosa de Phillips. 
Naturalmente, asuntos internos, culpó al FBI de no hacer bien su trabajo y la denuncia de Robert por abuso de autoridad, tampoco los dejaba en buen lugar. 
Por otro lado, la noche fue larga cerca de la frontera, José se resistió suficientemente, pero tras localizar a su familia, consiguieron que se entregase a cambio de protección, para ellos. 
José llegaría a comisaria a declarar a media mañana y tras eso, pasaría a manos del FBI, para interrogatorio posterior en referencia a Rafael. 
Quise estar en el interrogatorio, mientras Robert fue a por su parte de lesiones y a poner la denuncia. 

Entramos el inspector Phillips y yo a la sala de interrogatorios. Al otro lado, Bill. Antes de irse a descansar. 

- ¡Buenas! - saludó educadamente Phillips. 

José no apartaba la mirada de mí.

- Si te preguntas, que pienso de tí, no te lo diré. - Añadí. - Pero.., ¿Por qué queríais matarme?

Aquella pregunta le sorprendió.

- Usted era la única testigo de nuestro crimen. 

- Así que ¿Declara abiertamente que hubo un crimen?

- Si señor, a D. Roberto. Pero realmente, bebimos demasiado y se nos fue de las manos. Peleamos por unas tipas. Es por eso que mi pinche Raúl y yo volvimos al  restaurante. Usted sabe.., cosas de machos, una cana al aire... Pero todo se complico cuando al estar bien mamados, Raúl y D. Roberto se encapricharon por la misma. 
Todo fue a más y... Bueno, el resto ya lo saben.  

- Le llevasteis al hotel, lo metisteis en mi habitación, pues os equivocasteis de planta... y ¿me drogasteis?- pregunté 

- Pensamos, que nos podía haber visto y que se hacia la dormida. Quisimos anularla para que no nos relacionaran con el caso. 

- No tenéis muchas luces, ¿no?

- ¿Perdone?- pregunto el detenido. 

- Para que pese sobre tu conciencia, si tienes, te diré que ..,
1. Matasteis a un inocente.
2. Intentasteis matar a alguien que ya estaba drogada y no vio nada. 
3. Raúl irá al infierno. 
4. Tu, tendrás perpetua. 

- Lo sé, señora, soy consciente de ello. Solo pido que protejan a mi familia. D Rafael, no querrá que nadie se entere de sus negocios... 

Sali de allí. Tenia suficiente. El resto era cosa del FBI, incluso la protección de su familia, dependiendo de lo que él diera a cambio. 
Salude a Bill que se veía agotado tras una larga noche de trabajo. 

- Hoy eres tú, el de la mala cara, le sonreí. 

- Linda, creo que hiciste un gran trabajo ayer en mi ausencia. 

- Eso dicen. - Contesté bromeando. 

- Me alegro de que vuelvas a empuñar tu arma ¿no echas de menos esa sensación de riesgo?

- Sinceramente, prefiero el silencio de mi oficina. 

- Me gustaría que ocupases mi lugar. 

- ¿Que? ¿Dónde vas?

- He pedido una excedencia, demasiado tiempo sin vacaciones pasa factura eso y... 

- ¿Y?

- Lo sabes, todos lo saben. 

 - Me gustaría no hacer ciertas cosas por los demás. 

- Linda, quiero que seas feliz. Nos veremos en el juicio de Christopher. 

Salió de la sala sin despedirse. Sentí una gran presión en el pecho. Estaba acostumbrada a él. A saber que estaba allí pendiente de mi. Incluso recibió una bala por mi... Y ahora, ¿se iba sin despedirse?

Sali tras el y lo alcance junto a su coche. 

- Bill, nos vemos pronto, ¿ok?

Sonrió se acerco a mi y me beso en la frente. 

- Antes de lo que imaginas. ¡Hasta pronto, Linda! 

Regrese a mi oficina, acabe con el papeleo y de pronto pensé, ¿Cuándo tomo esa decisión? ¿Por que Phillips no dijo nada?
Me encaminé duditativa a la oficina de Phillips. 

- ¿Sabias lo de Bill?

- Si. 

- ¿Desde cuando? 

- El día que detuvisteis a Christopher, llego y añadió que lo dejaba. Naturalmente lo persuadí y le dije que pillara unas vacaciones. Me contestó que no serian suficiente, así que le propuse la excedencia de 6 meses. Pero creo que cogió la de un año. 

- Pero, ¿Por qué? 

- ¡Linda..! - hizo una pausa y añadió. ¿De verdad no lo sabes?


jueves, 15 de febrero de 2024

SIN MEMORIA - Capitulo 23

 Al subir al coche me acordé de Jhon.

- ¡Dios! ¡Jhon! Hay que llamarle.

- ¡Alarmista!

Le mire de mala cara. Sonrió de nuevo. 

Llámele, - dijo resignado.

-¿Jhon?

-¿Sabes algo?

- Si esta aquí y bien, ya te contaremos. 

- ¡Uff, me preocupaste !

- Lo siento, pero me extraño que no hubiese llegado.

- ¿Tienes manos libres?

- Si, estoy aquí - contesto Robert. 

- La próxima vez que te vayas de fiesta sin mi, al menos avisa.

- A sus ordenes... Ya hablamos hasta mañana.

Y sin darme tiempo a despedirme colgó. 

- Quiero saberlo todo ¿Qué paso con Rafael?

- ¿Por eso has colgado a Jhon? Porque te aseguro que no te pienso contar nada. Cuanto menos sepas mejor. 

- Se te olvida que soy tu abogado y debo de estar informado.
Hoy han ido a matarte. 

No lo había visto así, hasta ahora. Pero el día había sido muy duro. Hacia años que no empuñaba mi arma y aunque no tuve que usarla, me sentí fuerte y poderosa con ella en la mano, sin pensar que la causa del tiroteó y de que 2 compañeros estuvieses heridos era mía. Pero debía de separar momentos si quería que aquella relación funcionara. 

- Por hoy se acabó ser abogado y clienta. Seremos solo Robert y Linda. ¿Qué te parece?

- Bueno, dicho asi.., ¿Qué le apetece a mi bella Linda?

- mmm, una buena ducha, algo de comer que tengo un hambre atroz y una buena cama con compañía.

- Y... ¿esa compañía debe ser alguien especial?

- No, solo necesito, un hombre divino, guapo, que adore su trabajo y a mi, por su puesto. 

- Pues no sé si en casa habrá alguien de esa descripción. 

- Lo buscaremos. - Reí. 

Llegamos a su casa, era muy tarde, aun así, Rosario corrió a nuestro encuentro para preguntar si necesitábamos algo. 

- Pues sí, que vuélvase la cama. - Dijo Robert agarrándola por los hombros y girándola sobre si misma. 

- Señorita Linda. - Señalo el horno con la mirada, - Buenas noches.

Le guiñé un ojo y dije: 

- Buenas noches, que descanse Rosario. 

Robert abrió la nevera, cogió algo de beber y la crema de cacahuetes, buscaba el pan.

Yo miré el horno, un rico asado, estaba allí, solo tenía que calentarlo un poco y listo para servir. Estaba claro que Rosario era un sol, pensaba en todo. 

Mientras Robert, seguía intentado prepararse su sándwich. Me dirigí a él. 

- Cariño, deja el sándwich para mañana, tenemos una cena increíble, dúchate y cuando salgas estará en la mesa.

- Eres increíble, ¿de donde sacas tanta fuerza?

- De ti - le bese- y no te duermas en la ducha.

Preparé la mesa y vi que tardaba. Me acerqué al baño. Entré y... estaba frente al espejo mirándose algunos hematomas. 

- ¿Te han agredido?

- Nada que no solucione un poco de cariño. 

- Déjate de bromas, esto es agresión y abuso de poder. ¡¿Que se han creído?! ¿Con quien creían que trataban?

- Esta todo bien. Mañana iré por un parte de lesiones al medico y pondré la denuncia. Ahora ¿vamos a cenar?

No podía dejar de mirarle los hematomas, pues solo llevaba los pantalones del pijama. Su cuerpo esbelto magullado era como algo irreal, ¿Quién querría hacerle daño a tanta belleza? 

Cenamos con una copa de vino, y nos tumbamos en el sofá por inercia, empecé a acariciar levemente sus heridas a besarlas una a una como si mis besos disminuyeran el dolor de ellas. Robert no dijo nada, se limitaba a mirarme. De pronto, alzó mi cabeza y mirándome directamente a los ojos añadió: 

- Eres lo mas hermoso que he visto en mi vida. Te amo.

Me besó apasionadamente, un beso largo, dulce de esos que te dejan huella, que te llegan al alma y hacen que tu corazón libre hasta querer salirse del pecho. 

Me excité hasta tal punto, que le mordí los labios. El lejos de quejarse, sonrió y dijo: 

- A la ducha, mi diosa perfecta. Te espero en la cama. 

Le devolví la sonrisa y corrí al baño. Salí liada tan solo en la toalla, con una sonrisa picara me dirigí a él.

- ¿Espera usted a alguien?

- No especialmente. Solo a un milagro de la naturaleza. 

Corrí hacia él y me lancé sobre su pecho. Oí un leve quejido.

- Lo siento, - me disculpe. Ya te han golpeado hoy bastante. 

- Pero no como tú, sigue golpeándome de mil maneras... 

Le sonreí tímidamente y le bese. 

Comenzamos a besarnos y a acariciarnos, nuestro estasis crecía a grandes pasos, mientras nuestros cuerpo se fundían uno con el otro, llegando al clímax. 

- Eres perfecta, no me dejes nunca... 

- Jamás. - añadí sin pensarlo. 

Nos abrazamos y nos quedamos dormidos.