CAPITULO 13
Life, se encuentra en el centro histórico de Roma, cerca de la Plaza de España. El restaurante era muy refinado y elegante. Tenía distintas salas para sentarse a comer. La terraza, decorada con sillas de forja y manteles sobre sus mesas a juego con todo el entorno. La sala principal, con coloridos cuadros y botellas de cristal sobre estanterías. Colores cálidos. La silla de madera color crema y un toque de serenidad Fen Sui. Y la sala privada, de la cual, pudimos disfrutar. Coordinando tonos sobrios, como el negro y el gris , con tonos cálidos como blanco y marfil.
Pudimos probar una degustación de 3 antipasti.
. Salmone affumicato con robiola, pistachi e crostini.
. Carpaccio di spigola marinato al lime con tartufo nero di Norcia.
. Pesce spada affumicato con agrumi siciliani, ruchetta e pepe rosa.
Que traducido es:
. Salmón ahumado con queso fresco tostado y pistacho.
. Carpaccio de lubina marinada en limón con trufa negra.
. Ahumado de pez espada con cítricos de Sicília, rúcula y pimiento rojo.
Todo esto servido con un vino griego.
Pero de primer plato tomamos: Fideos con bogavante fresco. Servido con otro vino ( Veneto).
Lo mejor era que la mesa tenia pétalos de rosa sobre ella y cuando llegó el momento del postre, entendí ese detalle romántico. Domenico entregó un anillo a Rosseta y declaró su amor, delante de nosotros. Rosseta no pudo evitar emocionarse y yo hice lo mismo, así que la acompañé al baño, para que se rimel continuara en su sitio. Aun no se lo creía cuando fuimos al baño y no dejaba de admirar su mano y el anillo que había en su dedo.
Al salir del baño, la cuenta había sido abonada y un par de rosas rojas nos esperaban a Rosseta y a mi.
Salimos del restaurante Life. Contentos, felices. Y nos dirigimos a la Fontana de Trevi, siguiendo la tradición Lucas y yo, tiramos ambos monedas para regresar a Roma. Tras ello nos besamos.
-¿Sabes cual es mi deseo?
-No me lo digas.-contesté. Romperás la magia
-Yo, siempre regresaré a Roma y quizás a comprometerme contigo.
Fruncí el ceño.
-Compromiso que mal suena-dije agitando la cabeza.
Todos reímos incluidos Rosseta y Domenico era evidente que me entendieron.
-Bueno mañana nos vemos en Vaticano, -dijo Domenico antes de despedirse.
-Si, claro. A la hora acordada.
Nos fuímos al hotel y por el camino no paramos de hablar de la emoción de Rosseta.
-¿Te emocionarás tu igual?- preguntó Lucas.
-Soy de lágrima fácil, así que espero que no sea en un lugar público.
-¿Y te imaginas a tu príncipe azul ?
-No soy una pitufina, así que no puede ser azul.
- Ja, ja. Muy graciosa - rió irónicamente.- Me refería a si...
-Lo sé, no soy tonta. - Le interrumpí- supongo que ahora mi príncipe eres tú, pero hubo un tiempo que fue Víctor... Desde entonces, decidí no imaginar el futuro, simplemente vivir el presente.
-Ya. Entiendo.
-Lo siento. Siento si no era la respuesta que esperabas.
-No puedo esperar otra cosa de una mujer tan inteligente como tú. Pero si estoy de acuerdo en algo.
-¿En.. ?
-En que debemos vivir el presente. Y mi presente eres tú, pitufina...
-Pero... ¿como te atreves? - Y le golpeé suavemente en su hombro.
Me agarro fuertemente entre sus brazos y susurró a mi oído.
-Bueno, si eres grande y fuerte intenta soltarte.
Negué con mi cabeza.
-No pienso luchar, contra algo que me agrada tanto. Tus abrazos. - Añadí.
-¿Entonces eres mi pitufina?
-Bueno, de edad no soy muy mayor pero de altura...
-¿Ya empezamos...?
Ambos reímos, seguimos abrazados y besándonos durante unos minutos, y seguimos avanzando hacía nuestro destino, el hotel.
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