Capitulo 14
Cuando nos acostamos, pensé en lo sucedido y en mi príncipe azul. En ese instante era Lucas, pero también era cierto lo que le dije a mi pareja. Un día fue Víctor, ese amor, esa persona con la que soñé en un pasado, un futuro. No sabía que pasaría, aunque sabía que las circunstancias eran muy diferentes.
Adoraba a Lucas, le quería lo suficiente para saber que aquella relación duraría muchísimo, pero cuando dejé a Víctor, le amaba como nunca amé a nadie,le recordaba con todo el cariño del mundo, pero no podía dejar de pensar en él.
Fue mi primer amor y continuaría siéndolo el resto de mi vida. Pero era mi pasado y Lucas mi presente. Y quien sabe si mi futuro. Lo que si tenía claro, es que Víctor no volvería, yo lo expulsé de mi vida, me alejé lentamente de él, haciendo que llegara a odiarme, a pensar que tenía ante él a una extraña. No la persona que él conoció. Ahora sé que es feliz y yo, también. A mi manera...
Desvié mi mirada, a mi lado, dormido, Lucas. Sentí tranquilidad, bienestar y una sensación de felicidad relajada. Sentí la necesidad de besarle y abrazarle y lo hice. Me acurruqué en sus brazos y dormí plácidamente, no sin antes decir bajito:
-Te amo, Lucas, mi Doc, mi presente y futuro. Te quiero.
Dormimos cómodamente hasta que nos despertaron para nuestra visita a Ciudad de Vaticano.
- ¡Buenos días, princesa! ¿Dispuesta a salir?
- Naturalmente, dispuesta a todo.
Nos dirigimos a Ciudad de Vaticano, por el camino recogimos a Domenico y Rosseta.
Jamás pensé que aquello fuese tan grande. Una ciudad dentro de otra, 440 000 m2 y es un Estado independiente desde 1929. Aunque había visto la Plaza de San Pedro millones de veces, en televisión, revistas..,en persona me parecía impresionante. De allí nos dirigimos a la Capilla Sixtina, es una de las reliquias más famosas de Europa y alberga las mayores obras de arte del mundo, Su obra más conocida, los frescos del techo, realizados por Miguel Angel.
Me sentía insignificante y absurda. Y lo peor no podía dejar mi boca cerrada. Mi expresión de sorpresa era constante. Pero la gran sorpresa, vino unas horas despues, teníamos una audiencia con el Papa Benedicto XVI. En la Basílica de San Pedro. Allí nos ofreció su bendición y bendijo el futuro matrimonio de Rosseta y Domenico. Para ella, aquello era muy importante, ya que era madre soltera y nunca pensó que lograría tanta dicha y felicidad.
De allí nos dirigimos a a la tumba de Juan Pablo II.
En las grutas vaticanas hay muchos pontífices enterrados entre ellos San Pedro. El acceso es por la Capilla de San Sebastian, que se encuentra en la Basílica de San Pedro. Nos llamó la atención, que la tumba de Juan Pablo II, tuviera custodia, mientras que otras no. El recogimiento y el silencio era sobrecogedor, solo se oye música sacra de fondo.
Fue un día muy agotador.
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