Capitulo 22
Lloré hasta bien entrada la madrugada, hasta que el sueño me venció.
Me despertó Víctor.
-Alexia, es la hora...
Me levante, no quise tomar nada, los remordimientos no me lo permitían.
-¿Vamos?- dijo Víctor, llevando mi equipaje y el suyo.
Asentí.
-Alexia, decidas lo que decidas, aunque creo que ya has decidido, quiero que sepas que estaré aquí para lo que desees.
-Lo sé, porque te conozco, siempre ayudas a los demás. Te quiero Víctor y no dudes jamás de lo mucho que te amé.
Me besó por última vez y salimos hacia el puerto..
-Lucas...- grite al verle.
Corrí y me abracé a él. Comencé a llorar, quería contarle y explicarle lo sucedido aquella noche.
-Tengo que hablar contigo.
-No hace falta, - dijo él- tú solo has de decidir Víctor o yo.
-¿Lo dudas?
-Mírame a los ojos, dijo él.
Le miré suplicando su perdón, al tiempo que me aferré a su mano como él lo hizo en el avión.
Me miró y añadió:
-Como sigas apretando mi mano de esa forma romperás mis dedos. Te amo, Alexia.
-Yo a ti también, y no me vuelvas a dar sorpresas de estas.
-Bueno, la isla no ha estado mal -contestó el bromeando.
Víctor llegó hasta nosotros, más lento.
-Buenos días, la península nos espera.
-Así es, - dijo Lucas alegremente.- Buenos días y espero haber servido de ayuda.
-Mucho... -contestó Víctor, mirándome de aquella forma tan especial que él tenía.
Me dí cuenta que aún me amaba, pero la distancia, hace el olvido, o al menos eso quería creer.
Yo había dejado de amarle, porque me enamoré de Lucas, no por la distancia. Quizás él, tuviese suerte con Laila.
Subimos al ferry, destino Livorno.
No solté la mano de Lucas en ningún momento, no quería que se alejase de mí. Víctor y Lucas hablaban de cosas vanales, como si nada hubiese ocurrido. Yo, en cambio , no dejaba de sentirme culpable. Llegamos a Livorno y Víctor se dirigió a mí. Lucas se apartó un poco, todo lo que mi mano le dejó.
- Bueno, ha llegado la despedida, esperaba convencerte de que vinieras a Asia y de allí a casa.
- ¿A casa?- solté la mano de Lucas para que se alejara un poco más ya que le noté incomodo.- ¿Volverías a Sevilla y lo dejarías todo?
- Por ti, si. Además empiezas tu carrera.
- ¿Has visto? Todo por mi. Eso es lo que no quería, vive tu vida y sé feliz. Te lo mereces.
- Tu también. Te quiero pequeña. Adiós.
Y se alejó.
Me volví hacia Lucas.
- Cariño, yo...
- No quiero saber nada de esta isla, ni de este día. Solo Roma y tú.
- Y nuestro amor.- Contesté.
- ¿Volvemos a Roma?
- ¿Un poco lejos, no? Mejor el hotel, que te he echado de menos y mucho.
Nos fuimos al hotel, a la mañana siguiente saldríamos para Roma.
Hicimos el amor y no salimos de la habitación en todo el día. Aprovechamos cada segundo perdido.
En un instante agregué:
- Lucas, no se si podré vivir callándome lo que pasó allí.
- Bueno, pero no me hables, besáme, si quieres me lo cuentas por escrito.
-Así, lo haré.
Cuando Lucas se durmió, expliqué todo con pelos y señales. Me dormí tras la carta.
Al despertar, Lucas me esperaba con el desayuno y la carta no estaba sobre su mesita, Miré a Lucas esperando que dijese algo.
- La ví.- Contestó.
-¿Y?- Pregunté.
- Todo aclarado, te amo.
Tras aquellas palabras, nos besamos e hicimos el amor.
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