sábado, 6 de febrero de 2021

SIN MEMORIA - Capitulo 4

 Salí de la habitación, estaba dispuesta a llegar al final de toda la historia, o mas bien al principio. Quería saber que había ocurrido y no iba a permitir perder un solo minuto de mi vida, y en ese instante, tenía varias horas perdidas en mi mente.

Al llegar al vestíbulo, me dirigí a recepción, allí estaba el director dando ordenes al personal. La camarera afroamericana que me había visto en la habitación del crimen, porque pintaba que ese seria su titular, me miró de forma acusadora. Hice caso omiso. Soy incapaz de matar una mosca, eso si, rajaría un cuerpo entero y lo desmembraría si fuese necesario para hallar la causa de su muerte.

Hice una señal al director, que se dirigió rápidamente hacia mi.

- ¿ Necesita algo?- preguntó dirigente.

- Perdone, ¿ podría decirme a nombre de quien estaba la habitación donde me encontraba?

Lo miró y añadió:

- No debería, pero.., está a su nombre. Y pagó con su tarjeta. Sra. Linda Glaswod.

- Gracias-. Añadí.

" ¿ Por qué usaría el apellido de casada?" Me pregunté.

Salí del hotel y llamé a un taxi. Mi cuerpo rogaba urgentemente una ducha caliente.

Al llegar a casa, me desprendí de la ropa y la metí en una bolsa, debía llevársela a Grace. Por si había restos de ADN ajenos al mío. Aunque al haber estado en una discoteca... También era cierto, que alguien habría puesto mi ropa perfectamente doblada sobre el sofá y estaba claro, que yo estaba demasiado bebida para ello, aunque fuera una obsesa con el orden. 

Recodé el número de teléfono. Lo cogí y lo sostuve en mis dedos durante un buen rato. " ¿ Que debía hacer..?"

Aun así, decidí llamar a Marta, necesitaba que me recordara algunas cosas. Insistí, su teléfono estaba fuera de cobertura o apagado.

" ¿ Donde estabas cuando más te necesitaba?". Pensé.

Instintivamente, sin soltar el móvil, marqué el número de ese tal Robert, pensé que sería aquel desgraciado del baño y que nadie contestaría. Me sorprendí al oír una voz seductora de hombre al otro lado.

- Robert Callagham al habla, ¿Quién es?

Ante mi estupefacto asombro, conseguí contestar.

- Hola, perdona que te llame, soy Linda, creo que nos conocimos ayer.

- Hola ¿te encuentras bien?- dijo en tono preocupado- Parece que bebiste bastante anoche.

- Bien, con una buena resaca, pero no recuerdo mucho...

- ¿ Necesitas mi ayuda?

Dudé, no le conocía, aun así aposté fuerte.

- Bueno.., no sé. Pero.., si pudieras decirme que pasó te lo agradecería. La verdad, es que no se ni quien eres.

Noté como sonreía y su tono fue muy agradable.

- Robert Callagham, abogado. Creo que nos conocimos a través de Jhon Robinson, hace aproximadamente un año. Anoche sabía que te conocía, pero hasta esta mañana en la oficina, no recordé de donde exactamente.

Aquello me sorprendió aun mas, al menos no parecía un mal tipo, o no debía de serlo si me lo presentó Jhon.

- ¿En serio?  ¿ Donde? - quise saber.

- Hace un año, mi bufete y el de Robinson llevamos un caso de unas multinacionales, una fusión a gran escala. Hubo una fiesta y allí estabas tú, con un vestido color esmeralda que resaltaban el color de tus ojos verdes. Lo malo, es que tenías escolta.

- ¡Ah si!- recordaba la fiesta, aunque no ponía rostro a Robert.- Me acompañaba mi ex. Es lo que celebramos anoche.

- ¡ Vaya!- dijo sorprendido.- Por la forma de festejar, pensé que era Marta la divorciada.

Volví al caso.

- Por cierto, ¿ podrías decirme que pasó anoche?- pregunté.

- ¿ Con un café?

No tenía mucho que perder y respondí

- OK. ¿Nos podemos ver en la cafetería dé Bulevar Sur dentro de 30 minutos?

- Allí estaré. - Aseguró con voz enérgica.- Hasta ahora entonces.

Colgué. Estaba claro que Robert no había bebido tanto como yo, por su energía, o eso, o tenía una fórmula antiresaca milagrosa.

Me duché y aunque se me apetecía estar allí un buen rato, aceleré y me dirigí al armario. Me puse un traje con falda gris y salí a la calle, acompañada de las gafas de Bill. No pensaba dejarlas hasta que el sol se hubiera puesto.

Llegué a la cafetería 5 minutos antes, me senté en una mesa que daba a un gran ventanal, así Robert me vería ya que yo no podía reconocerle. Pedí un café bien cargado.

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