martes, 30 de marzo de 2021

SIN MEMORIA- Capitulo 11

Estaba en el paraíso, pero un poco perdida tras la historia. ¿Realmente Robert conseguía lo que realmente deseaba? ¿Estaría atando cabos para ello? ¿Era yo su victima, su trofeo? Aquello rondaba mi cabeza, pero al mirarle, me sentía atrapada en su hipnótico carácter, en su sonrisa y en aquella mirada penetrante.

Me ofreció un cóctel.

-Sin alcohol, solo frutas, te lo prometí ayer. - Sonrió.- Por cierto, antes de nada, perdón. Y otra cosa.., pensé que me pillarías la mentira, porque por teléfono, te dije que no te recordé hasta el día siguiente. En cambio, en el café te dije que te metí en un taxi porque te conocía. La verdad es que nunca haría nada sin tu aprobación y menos que te dañase. Te conocí, fue un flechazo y este tiempo, sin tí, viéndote a través de los ojos de tu mejor amigo, ha sido increíble, veo lo bueno de ti, visto por otros, ahora queda descubrir lo bueno de ti misma. Si quieres. ¿?

- Para comenzar, gracias por la copa. ¡Este San Francisco esta de muerte! Por otro lado, he de decir que no me dí cuenta de la mentira, resaca, ya sabes... Y respecto a todo lo demás, ya lo pensaré, hoy veníamos a relajarnos.

Me deshice de mi ropa quedándome en traje de baño. Quería relajar el ambiente. 

Llevaba un traje de baño de dos piezas, color esmeralda y con detalles dorados. Era minúsculo, con triángulos en la zona superior y braguitas de lazos en la inferior. Sabía que me había pasado con el modelito, justo en ese instante me parecía demasiado, pero cuando lo escogí, sabía que no pasaría indiferente y que llamaba al peligro a voces. Pero ¿Qué tenía que perder? Robert estaba cañón, y yo lo deseaba.

- ¡¡Wooowww!!- Sonrió.- Esmeralda, mi color favorito en tu piel.

Sonreí y me ruboricé. "¿Por qué era tan expresivo, tan sincero?", pensé.

- Gracias.- Dije tímidamente, a la vez que sorbía un poco de cóctel a través de la pajita.

- Me encanta ver que a pesar de tu edad, aún eres capaz de ruborizarte como una colegiala.

- ¿Me llamas vieja?

- Te llamo, adorable.

Me acerqué a él, le besé en la mejilla y dije:

-¿Te pones el traje de baño?

Se fue en dirección a la casita de la piscina y regresó con un bañador tipo bóxer entallado, color aguamarina, su piel lucía al sol con un tono brillante, sus abdominales se marcaban de forma natural, pero lo más impactante era esa sonrisa dirigiéndose a mi.

Debía enfriar el ambiente. Me levanté y antes de acercarse a mí, le empujé a la piscina. Ma agarró y caímos ambos.

- ¡Uf! ¿Qué ha sido eso?- Preguntó sin dejar de sonreír.

- Pues... Debía cobrarme tu conspiración con Jhon, pero fallé.

- Yo creo que no...- Me acercó a él, podía sentir el calor de su piel incluso a través del agua helada.- En este momento, me tienes acorralado en tus redes.

-¿Quién acorrala a quién?- pregunté.

- Soy tu esclavo, haz lo que desees conmigo.

Le miré a los ojos, le besé y le metí la cabeza bajo el agua. La sacó, me besó y añadió:

- ¿Te gusta jugar duro?

- Me gusta ganar.

- ¿Y qué quieres ganar?

- ¿Tu que crees?

Me miró fijamente, me acorraló contra la pared de la piscina y me besó apasionadamente. Al ver, que no me resistía y comprobar con otra mirada a mis ojos que yo, no pondría objeción alguna. Continuó besándome la boca y el cuello, notaba su respiración cada vez mas acelerada, sus latidos y los míos acompasados mientras nos dejábamos llevar. Con sus dientes desató la parte superior de mi biquini, dejando mis pechos a merced del agua y de sus caricias. Volvió a mirarme buscando de nuevo mi aprobación. Me escabullí entre sus brazos dirigiéndome a la cama balinesa. Me observó mientras salía del agua, con la parte superior de mi biquini en la mano.
Antes de tumbarme le dirigí una mirada insinuante. Sonrió y salió tras de mi. Se tumbó a mi lado, no dejaba de acariciarme, de besarme...
Se puso sobre mí y cubrió mi cuerpo de besos, a cual más cálido. Ascendía y descendía constantemente, hasta que llegó el momento de deshacerse de mi biquini inferior, primero, la lazada de un lado, luego la otra. Y con sus labios deslizó el biquini hasta dejar mi cuerpo totalmente desnudo y a su mercé. Con su lengua comenzó a acariciar mi cuerpo al mínimo detalle, no había milímetro de mi piel que quedara sin sus caricias, me estremecía a cada movimiento de él, me dejaba llevar. Llevaba tanto tiempo sin sentirme mujer, que todo me parecía mágico. Aunque para ser sincera, no creo que nunca hubiera disfrutado tanto de mi cuerpo, como en ese instante.
Robert, hacía que cada caricia estuviera bañada de una sensación única, cada cual, era distinta pero a la vez, iban en una armonía constante. Me llevó al clímax y cuando lo consiguió, me agarró sobre sus brazos y me llevó a la casa de la piscina, me tumbó sobre la cama y allí se deshizo de su traje de baño.
Comenzó de nuevo a besarme, a acariciarme y me hizo suya. Al principio todo fue suave, tan dulce como esas caricias pero a medida que su excitación aumentaba, también lo hacían sus sacudidas, jamás pensé que me podía llevar al orgasmo de esa manera, era tan viril, tan seguro de si mismo... Terminamos tendidos uno al lado del otro. Me besó dulcemente, acarició mi pelo y añadió:

- Gracias.

-¿Por..?

- Nunca pensé que te tendría de esta manera, tan real. No desaparezcas de mi vida.

Sonreí y le besé.

- Eso, debes ganártelo.- Añadí.

- Pues empecemos por alimentarnos porque necesitaremos mas energía.

Se levantó desnudo, no cogió nada para cubrirse, atravesó la piscina y se dirigió a la casa principal. Me cubrí con su camisa y le seguí.

Sacaba de la nevera, fruta, ensaladas, canapés, alguien se había preocupado que su jefe estuviese bien alimentado. Tenía una gran jarra de zumo, cuando se giró y me vió.

- ¡Estás super sexy con esa camisa, no te la quites nunca!

- A sus ordenes, - dije al tiempo que cogía un canapé- ¿Y esto?

- Rosario, es mi cocinera, le dije que preparase algo rápido para dejarlo aquí hoy. Y ya ves, se superó.

- Pues dale las gracias de mi parte, esto está de miedo...- dije dando otro bocado. 

- Se las darás tu, te la presentaré. En la próxima vez que estemos juntos.

Sonreí de nuevo.

Comimos, compartimos bocados, ensalada, besos, sonrisas y confesiones íntimas. Me asombraba su seguridad para permanecer sin ropa alguna, me dio confianza y le conté que llevaba mas de un año sin tener relaciones con nadie, mi horario y el de mi marido no eran compatibles. Quizás yo, le empujé a tener una amante.

-No te culpes - dijo Robert- Si no supo apreciar el tesoro que tenía en casa es su problema y mi satisfacción.

Le miré embelesada.

- ¿Te extrañas? Si no os hubieseis divorciado, no hubieses ido a la disco a celebrarlo y no nos hubiéramos encontrado.

- Mentiroso, hubiéramos almorzado hoy.

- Cierto, pero lo mismo no hubiéramos terminado sin ropa interior.

- Probablemente, no hoy...- contesté.

- Eso significa... ¿ Que tengo oportunidad de estar así, contigo de nuevo? ¿ Que me hubieras dado una oportunidad de conocernos?

- Robert, no me acuesto con cualquiera y menos a la primera de cambio, sin apenas conocernos. No sé que me ha ocurrido contigo.

- ¿Te arrepientes?

- No.- Respondí mirándole a los ojos.

- Quédate, toda la noche.

Le miré y le besé de nuevo. El respondió a mi beso y me acurrucó en sus brazos.

-¡Eres espectacular!- dijo y me cargó en su hombro, sin previo aviso.

- Pero, ¿Qué haces?

- Raptarte. A partir de ahora, me perteneces.

- Creí que eras mi exclavo y no al contrario... Reíamos.

Me tiró sobre la cama del piso superior.

- Tienes razón soy tu esclavo, haz conmigo lo que desees. 

Tiré de su mano para que se tumbara a mi lado, le besé apasionadamente, poniéndome sobre él. Intentó quitarme la camisa para desnudar mi cuerpo...

- No, no... Tu quietecito, aquí mando yo.

-¡Uuuhhh..! Esto pinta bien.

Le hice el amor como jamás había hecho, yo llevaba las riendas, marcaba el ritmo y no permitía que él me abrazara o tocase mas de lo que yo quisiese. Tras aquel round, le tocó a él, esta vez fue más directo, parecíamos dos personas que estaban descubriendo el sexo por primera vez. Queríamos probarlo todo, todo lo imaginable e inimaginable. Fué una locura, hasta que el amanecer y el cansancio nos absorbió.

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