viernes, 23 de abril de 2021

SIN MEMORIA - Capitulo 14

 Me fijé en que se había cambiado de ropa, llevaba un pantalón negro, con una camisa blanca, algo entallada y una chaqueta negra. Estaba radiante, aunque en los últimos minutos en su rostro se veía preocupación. Le miré y dije:

- Gracias por acompañar a Jhon, por cierto, me drogaron dos veces.

- ¿Cómo? - Su rostro se desencajó por completo.

- Si. Un afrodisiaco en la discoteca, diluido en la bebida y un pinchazo de heroína.

- ¿Heroína? ¡Te podían haber matado! - Se le veía asustado.

- ¡Calma! Estoy bien. ¿No me ves? Si es cierto que hasta yo me asusté de pensar en ello, pero el que me puso la heroína la tendría para otro fin y no quiso desperdiciarla. O eso, o se equivocó de chica al pensar que moriría como el pobre del baño...

- No bromees,- dijo seriamente - estamos hablando de drogas duras.

- Lo mismo, aún estoy bajo sus efectos, y todo lo de anoche no ocurrió.

Me miró enfadado, le sonreí y le besé.

- No te preocupes, seguiremos con dietas sanas para limpiar de toxinas mi débil cuerpo.

Bromeaba en parte, no era mala idea seguir con zumos y mucha agua, pero lo de débil cuerpo no lo tenía tan claro, tras superar aquellas drogas en unas 30 horas aproximadamente, ya que supuse que la heroína la pusieron al mismo tiempo que el cuerpo en el baño.

Llegamos a casa, Robert aparcó, tenía claro que no me iba a dejar sola ni un segundo y menos después de conocer lo ocurrido.

- ¿Un baño relajante?- pregunté mientras caminábamos hacia mi apartamento.

- Yo me encargo de la cena, mientras tu lo preparas.- Añadió y aunque su rostro seguía preocupado, me ofreció una hermosa sonrisa.

Le devolví la sonrisa mientras abría la puerta. Entramos, solté las llaves y le besé. Sus labios me resultaban tan cálidos, que era la droga mas fuerte que había probado en toda mi vida de forma consciente. Sus labios, sus besos, me volvían loca.

Me devolvió el beso y me abrazó fuertemente.

- No quiero perderte y menos ahora que te tengo entre mis brazos.

- No lo harás.- Agregué y me separé de el para dirigirme al baño.

Le oí llamar por teléfono, pedía comida a alguien.

- ¡Eh, eso es trampa! Creí que cocinarías.

- Dije que me encargaría de la cena, no como. Y sí, señorita, todo natural, nada de toxinas, ni alcohol, dieta depurativa.

- ¿Has llamado a un nutricionista?

- No. A Rosario. Ya sabes... - me guiñó un ojo.- ¿Y ese baño?

- Listo. Mucha espuma, sales de baño de lavanda y romero, para relajarnos. Solo faltamos nosotros, antes de que el agua se enfrié. Pero habrá que esperar la cena. ¿O no?

Meneó su cabeza, negándolo. Envió un mensaje y puso mis llaves fuera.

- Listo. ¿Vamos al baño?- Se acercó, me abrazó, me besó y caminamos abrazados hasta el baño.

Nos quitamos la ropa entre besos y caricias. Entramos en la bañera, primero él, luego yo de espaldas a él. Me besaba el cuello y el pelo... Me sentía tan segura con él, que me olvidé que alguien entraría en mi piso mientras estábamos desnudos en la bañera.

- Linda, ¿por qué mientras acaba esto, no te mudas a mi casa?

- ¿Qué? ¿Estás loco?

- Es por tu seguridad, no te obliga a nada, puedes volver aquí cuando te apetezca. Pero en casa, tengo cámaras, seguridad contratada. Eso sin contar que allí, residen Rosario, su marido que se encarga del jardín, piscina y mantenimiento. Y su hijo, un joven que es el que se encarga de llevar y traer mis pedidos. Nunca estarás sola, aunque lo parezca. Y estaré yo. Si quieres.

- Robert, estoy bien. Aquí hay vecinos y siempre supe defenderme.

- Pero y si... No quiero ni pensarlo, pero...

- ¿Qué? ¿Dime?

- Esos tipos que dejaron el cadáver no saben, si puedes o no culparles, ¿y si pusieron la heroína para matarte? ¿Y si descubren que sigues viva y van a por ti?

- ¿Tu lees mucha novela policiaca? - Me reí. Pero la verdad es que su teoría encendió una alarma en mi cabecita. No quería que nada arruinase mi noche con Robert.

- Bueno, al menos dime que lo pensarás. - Rogó con su mirada.

- Lo pensaré, ahora es hora de relax. - Me giré y frente a él, le besé.

Acabamos teniendo sexo en el baño y aunque el agua estaba helada, nos sentíamos más calientes que nunca.

- ¿Cenamos?- preguntó Robert.

Mi cara tuvo que ser de estupor solo de pensar que el joven entró en el piso mientras hacíamos el amor, tuvo que oír mis gemidos ¡que vergüenza!

- ¿Nos habrá oído?- Pregunté.

- Sordo, creo que no es. Despistado un poco, pero buen chico.- Rió.

- ¿Y pretendes que me vaya a tu casa? ¡Que vergüenza! ¿Cómo les miro a la cara?

- Pero, ¿pensabas venirte? Porque yo lo soluciono y rápido.

- ¿Cómo?- Pregunté.

- Le envió a estudiar a Europa.- Arqueó sus cejas rápida y repetitivamente, como gesto de broma.

- ¡Estás loco!

- Por tí.- Y me besó, envuelta ya en la toalla.

Nos dirigimos a la cocina y allí había unas bolsas, con una nota. " Sr. Callagham. Está todo lo que usted ha pedido, el zumo y el agua mineral están en la nevera. Espero que todo sea de su agrado. Buenas Noches."

Ví como cogió el móvil y envió un audio.

" Gracias, sois increíbles, buenas noches, podéis descansar, no regresaré esta noche." Dijo buscando mi aprobación. Le sonreí, mientras sacaba el contenido de las bolsas. Eran portas térmicos, en ellos había unos jugosos filetes salteados con verduritas, una ensalada de frutas y como no, zumos y agua mineral. Lo colocamos todo sobre platos y cenamos en el salón, coloqué unas velas aromáticas.

Era la mejor velada en años, un hombre hermoso, atractivo, que se preocupaba por mí y con el que podía hablar de todo un poco. Confiaba en él, yo misma me sorprendía de mi actitud. Nunca había sido así, nunca había tenido tanta soltura con un hombre, ¿sexo en un día? ¿Se me había pegado algo de Marta? No sabía que estaba pasando con mi persona, pero si sabía que no podía dejar de mirarle. Robert me daba muchísimo amor, lo sentía, sentía su protección, notaba su seguridad, me la transmitía. Estaba claro que estaba dispuesta a no perder a Robert, no le dejaría irse de mi vida. Le miré mientras hablábamos. Y de repente añadí:

- ¿Cuándo me puedo mudar a tu casa?

- ¿En serio, vivirás conmigo?

- No por ti, ¡no seas engreído! Es por la comida de Rosario, se que me cuidará bien. Tu sabes.., hay que desintoxicar este cuerpo. - Sonreí.

- Mañana, en cuanto despertemos. Yo me llevaré tus cosas y pediré que las instalen en casa. ¿Quieres tu propia intimidad? Es decir, ¿un cuarto para ti sola?

- ¿Tu que crees?

- Yo te pondría en mi habitación de por vida. Pero entendería que quieras tu intimidad. Eso no significa, que aunque tus cosas estén en otro dormitorio, no podamos dormir juntos.

- Bueno deja mis cosas, que ya veré yo donde las coloco.

Me besó, me cogió en brazos y me llevó a la cama.

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