Capitulo 8
En poco tiempo, al menos a mí me lo pareció, sonó el teléfono.
- Cariño, hora de despertar. La noche romana nos espera.
-¿Ya?- pregunté perezosa.
- Sí, si quieres tu sorpresa.
- Cierto- contesté y sonreí.- ¿Alguna pista?
- Si, quiero que seas una princesa esta noche . ¿ Algún vestido de fiesta?
- ¿ Lo dudabas? Mi maleta es pequeña pero practica.
Saqué un vestido negro entallado, un palabra de honor, tacones rojos y estola y bolso a juego.
Pedía Lucas que me abrochase la cremallera del vestido, pues estaba a la espalda.
-¡Mmm!, no sé si cerrar la cremallera o desnudarte...
- Creo que llegaríamos tarde. ¿No seremos cuatro?
- ¡Por eso te libras, petardilla!
Reímos y tras un toque de maquillaje y perfume salimos del hotel.
Lucas vestía un vaquero, zapatos negros, camisa rosa clara y chaqueta negra.¡Me encantaba aquel estilo! Le daba un toque intelectual, se le veía genial. Lo cierto, es que tenía un buen porte para las chaquetas y trajes. Pero supongo que mi opinión es un poco imparcial, ya que gustaba Lucas y mucho.
Salimos del hotel y nos dirigimos al punto de encuentro. Hasta ese momento desconocido para mí.
Lucas me agarró de la mano y dijo:
- No sé si te gustará la sorpresa, en principio sería para nosotros solos. Pero supongo que Domenico tambien quería darle una sorpresa a su chica.
- No importa, lo malo es que no podré hablar mucho con ella.
- Ni creo que tengas muchas ocasiones para hacerlo.
- Creí que salíamos los cuatro- contesté muy perdida-. Ahora si que no entiendo nada.
- Iremos los cuatro al mismo lugar, eso si es cierto, pero no tendréis oportunidad de hablar.
Pensé en algún tipo de espectáculo, concierto o algo que nos mantuviese ocupados, pero nunca pensé en lo que realmente ocurrió.
Llegamos a nuestro destino, Domenico se encontraba allí con una joven. Era de complexión delgada, tan alta como yo, pero no podía negar que era italiana, sus rasgos, su forma de gesticular y un estilo muy propio y personal. Vaqueros, camisa de seda y tacones. Yo era más de vestidos. Pero Rosseta, que era como se llamaba, sabía llevar con un gran elegancia aquel estilo.
Nos saludamos los cuatro y Domenico mostró unas llaves a Lucas. Ambos rieron. Aunque no sé porqué me dió la sensación de que Rosseta sabía algo del tema. Ya que sonrió y me miró al tiempo.
Domenico la abrazó y susurró algo a su oído. Ella volvió a sonreir.
-¿Dispuesta a sentirte una princesa?
- Contigo, no es difícil. Contesté a Lucas.
Avanzamos unos metros y nos dirigimos a un gran edificio, antiguo, con aspecto de palacete.
Domenico hizo los honores y abrió la gran puerta de madera, y accedimos al interior del recinto.
- Bienvenida a tu Palazzo,- susurró Lucas a mi oído. Pues me tenía abrazada por la cintura y caminaba pegado a mi espalda.
- ¡Dios, es precioso!
Avanzamos lentamente, ya que la luz era escasa. Todo estaba muy conservado, los frescos del techo, los frisos dorados, las grandes lámparas de los salones...
Había polvo y algunas telarañas.
-Lo lamento, pero el servicio ha sido despedido.-Bromeó Domenico.
De repente, él y Rosseta se dijeron algo y salieron a correr escaleras arriba.
Doc y yo, les seguimos lentamente, contemplando la belleza del lugar.
-¡Esto es increíble!- aseguré asombrada.
- ¿Te gusta?
- Muchísimo, aunque creo que el color negro no ha sido el más apropiado.
-¡Bah! No te preocupes. Estas bellísima de todas formas.
Me giré, en medio de aquel gran pasillo donde habían desaparecido Domenico y Rosseta, y le besé.
Tras el dulce beso, Lucas dijo:
- Ahora la gran sorpresa...
Me colocó ante una puerta de madera y me invitó a abrirla. Ante mi indecisión, Lucas me cogió por la cintura , al tiempo que colocó su mano sobre la mía y ambos abrimos el picaporte.
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