Acababa de poner un pie en el suelo, cuando apareció de nuevo Lucas.
- ¡Eh, te dije que no te movieras..!
- Lo siento, pero comencé a sentirme como una legumbre en remojo.
- Mmm, así tendría opción de calentarte y comerte!
- Muy gracioso tu...-Y le besé.
- ¿Vuelves al baño acompañada de este ser humano?
- No sé si este ser humano, será capaz de convencerme de ello.
- Probaremos...
Comenzó a besarme y tiró mi toalla al suelo.
- ¿Vamos pequeña?
- El agua está más bien fresca...
- Mejor, así te acercarás a mí.
Sonreí y me metí de nuevo en la bañera. El, tras de mí. Cogió la esponja, le añadió gel y comenzó a frotarme suavemente la espalda.
- ¿Has encontrado a Domenico?
- Ni rastro, ni de él, ni de Rosseta. Así que le llamé al móvil. Al parecer Rosseta ha tenido que irse de urgencia, tiene un hijo y se puso con fiebre. Domenico le acompañó. Así que según él, disponemos del
Palazzo para nosotros solos.
Se calló durante unos segundos, mientras me besaba en el cuello y añadió:
- ¿Te apetece hacer una locura?
- A ver.., miedo me das.
- Correr desnudos por el Palazzo.
- ¿Estas loco? Si el lugar estuviera más limpio...
- ¿Miedo al polvo?
- ¿A qué polvo?
- Pícara...
Reímos y nos besamos.
- Oye, ahora en serio, demasiada agua para mí,- añadí- no soy un pez.
- No, solo una preciosa sirena, de la que estoy enamorado.
Salí del baño, me puse mi ropa interior y su camisa.
- Ahora, sí. Corramos por el palacio.
- Me encanta tu locura sana. Eso me enamoró de ti.
- ¿Solo eso?- le pregunté mientras salía del baño.
- ¿Abajo o arriba?
- Abajo, suele haber cocina.
- ¿Tienes hambre?
- Un poco.
Bajamos descalzos pues todo el suelo de la escalera y planta superior, estaba cubierto por alfombras, pero no pensamos en la zona de servicio. Todo el suelo era de mármol. Muy frío. Pero llegamos hasta la nevera. Curiosamente la cocina estaba toda limpia, se podía comer cobre el suelo blanco. Pero no lo hicimos, una gran mesa con sillas se hallaba en el centro del habitáculo. Y la nevera, estaba repleta de dulces. Supuse que la repostera era la madre de Domenico, así que asalté dicha bandeja de dulces y una jarra de té frío.
- ¡Golosa! -añadió Lucas.
Torcí el hociquito en señal de disgusto. Pero de mi boca salieron otras palabras:
- Bueno, luego perderemos calorías...
- ¿Me propones algo?
- Ya veremos. Y mordisqueé un pastelito rosa.
Mientras, Lucas buscó platos, vasos y cubiertos.
- Mile grazie.
- Prego.
Se acercó a mí y me dio un besuqui. Nos sentamos y desayunamos.
Al termino del desayuno, recogimos la mesa, fregamos y decidimos ver el Palazzo al completo. Comenzamos por la parte baja y descubrimos un pequeño jardín, descuidado como el resto, pero que por su distribución y su ornamentación, se ve que fué impresionante en sus tiempos...Pude imaginar escenas de otra época.
Lucas añadió:
-¡Impresionante! ¿De verdad que no quieres este Palazzo de vivienda de vacaciones?
- ¡Estás loco..! lo sabías ¿no?
- Por tí.., y siempre. ¿Continuamos la aventura?
Asentí con la cabeza y seguimos sala, tras sala, abriendo puertas, descubriendo muebles y descorriendo cortinas... La tenue luz, que entraba por las ventanas, hacía que ese lugar fuese enigmático, fantástico, romántico y nos dejamos llevar por el momento.
Lucas, sabía como hacer que me sintiera única y de nuevo lo estaba consiguiendo. Ni una reina, podía sentir lo que yo sentía en ese instante.
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