sábado, 14 de julio de 2012
MI NOMBRE ES ALEXIA Y.., VIAJÉ A ROMA
CAPITULO 4
Nos dirigimos a un pequeño restaurante cercano al hotel. El Scoglio di Frisio un restaurante napolitano donde degustamos unos ricos espaguetis a la marinera. La decoración del restaurante era de tipo marinero, era como entrar en una cueva marina, donde los piratas de cuento escondían sus tesoros. Era algo extraño, diferente. Para acompañar la cena, un buen vino italiano.
No había tomado más de dos copas con la cena, cuando noté que estaba un poco mareada.
Lucas, tan pendiente de mí como siempre, notó como apartaba mi copa.
- ¿Te encuentras bien, peque?
- Si, -sonreí- estoy un poco mareada.
- ¿Quieres que volvamos?
- No, solo necesito algo dulce. El rossatto y el rosso, han hecho efecto. Solo eso.
Y sonreí para calmarle.
- ¿Estás segura? No sé, con el viaje, el cansancio, todo.., no sé.
- Estoy bien. ¿ Un tiramisú?
Sonrió y llamó al camarero que se encargó de traer diligente, un tiramisú para mí y un capuccino para el.
- ¿Café ahora?-pregunté.
- Prefiero mantenerme muy despierto, no sé, quiero tenerte a mi lado por mucho tiempo y bien.
- Pero yo estoy bien. No puedes ejercer la medicina toda la vida conmigo, a pesar de ser médico.
- Aún no, me falta un año y otros dos de especialidad.
- ¿Y qué especialidad has escogido?
- ¿Lo preguntas?
- Neurología.- Dijimos ambos al unísono y reímos.
Tomamos el postre y tras él, salimos del restaurante,no sin dar un pequeño rodeo antes de llegar al hotel. Un paseo hasta que mis mejillas recobraron su color normal. Un color porcelánico. Ya que con tanto vino, me había puesto roja como un tomatíto.
Nos sentamos a la luz de la luna, en un banco, en una pequeña plaza...
- ¿Estás bien volvió a repetir?
- Sí, ¿deseas que te lo demuestre?
- Pues no estría mal.
Me acerqué a el y lo besé. Creo que era la primera vez que yo tomaba esa decisión, creí que jamás me atrevería a dar un paso así, pero lo hice. Le besé. Supongo que fue el vino, pero no me sentí mal por ello, al contrario. Deseaba besarle durante toda la noche y no separarme de el jamás.
- ¡Uf! Me gusta ,¿puedes repetirlo?
- ¿Más besos?
- Si, todos los que puedas dar, hasta agotarte.
Reí y le besé de nuevo.
Tras el largo y dulce beso, Lucas añadió.
-Nunca pensé que Roma podía ser tan bella como esta noche... Tu la haces más hermosa de lo que es.
Me sonrojé ante tan bellas palabras y solo puede añadir un tímido "Gracias".
- Lucas, - añadí - hay algo que te quiero preguntar y quería hablar contigo antes de continuar con todo esto.
- Dime.
- En tu hermosa carta ponía que habías sentido envidia de Víctor, ¿Cuando exactamente?
Sonrió y contestó:
- Hace tiempo, me dí cuenta del tesoro que eras, jamás había conocido a nadie como tu. Tu belleza y no solo externa, sino tu persona, era única, indescriptible... Y tu forma de amar, de ver el amor.., Víctor nunca supo lo que tuvo en sus manos. Y sobre todo tu sacrificio. ¿Sabes cuando fue la primera vez que sentí envidia?
Hice un gesto como preguntando"¿cuando?" y continuó:
-Fue la noche en la cabaña, aquella noche que nos encontramos en la cocina. Tú a la luz de luna, a oscuras, hablando de lo mucho que le amabas y que no querías que sufriera por ti. En cambio, tu, sufriste por los dos. No digo que Víctor no lo pasara mal, supongo que nunca entendió que pasó, el porque de tu actitud y para ser sincero creo que aún se lo pregunta.
- No, no creas. Es lo que quería decirte. Anoche, antes de emprender este viaje le llamé.- Callé durante unos segundos, quería ver su rostro, su reacción, pero solo me miró a los ojos esperando que prosiguiera y así lo hice.
- Le dije que me venía a Roma contigo y que estaba sintiendo cosas por ti. Se alegró por ambos, e incluso me confesó que en su vida también había alguien. Nos deseó suerte. Supongo que necesitaba saber que sentía al oír su voz.
- ¿Y qué sentiste?-preguntó sereno.
- Nada, reconozco que cuando marqué su número estaba nerviosa, no sabía que podía suceder, pero a medida que hablamos, me di cuenta de que el tiempo y la distancia, habían borrado aquel sentimiento. Eso.., y supongo que tu.
- ¿Y si el no te hubiera dado su beneplácito? ¿Hubieras venido?
- Tenía el equipaje hecho y una maleta llena de sueños y por supuesto, estabas tu.
- ¿Puedo conocer esos sueños?
- Creo que no,-dije sonriendo- creo que a partir de ahora soñaremos juntos. Si lo deseas claro.
- Como no. Tu eres mi sueño inalcanzable.
Y nos besamos nuevamente.
-Te quiero Alexia.
-Y yo a ti, Lucas.
Y nos dirigimos al hotel a descansar.
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