miércoles, 19 de octubre de 2011

MI NOMBRE ES ALEXIA.., Y CONOCÍ EL AMOR

CAPITULO 4
Llegó el tan ansiado viernes y aunque yo tuve un examen, no estaba tan nerviosa por el examen, como por la cita. Llevaba mi ropa en una mochila y gracias a la complicidad de una compañera y de una profesora, pude cambiarme en el instituto.
Yo, llevaba un modelo sencillo, que no se arrugara mucho, pero eso sí, en su color favorito. En  poco  tiempo estaba conociendo muchas cosas de él, gracias a nuestras largas charlas , horas y horas, tardes y días completos. Él, iba vestido de forma clásica, con camisa y pantalón, pero lo que más me gustaba, era cuando para esperarme, se ponía sus gafas de sol, le daban un aspecto misterioso de chico duro, era como si fuera mi guardaespaldas, mi protector... ¡Dios , como me enloquece verle así..!
Recuerdo que no esperaba verme tan arreglada y menos aún, no esperaba la carta donde le presentaba mis disculpas por la duda originada dias antes. Pero se limitó a sonreir y a decirme mirandome a los ojos -Te mostraré que no te equivocastes al confiar en mí-. Le devolví la sonrisa y lentamente, nos acercamos a Poli y Diego, que nos acompañaban al restaurante de mi tía Mirta.
Como buena griega, hospitalaria, nos esperaba en la puerta para recibirnos. Lo malo, es que como familia, tenía que dar el visto bueno al chico español que acompañaba a su sobrina. No dudó un segundo en hacer preguntas y tras las respuestas, siempre venía un pequeño elogio, que Victor agradecía, pero esa situación me molestaba enormemente, así que no puede más que poner mi cara de desagrado, ante tanta pesadez por parte de mi tía. Gracias al cielo, se dió cuenta y se alejó de la mesa, enviandonos a su mejor camarero.
A Poli y a Diego, la situación les hizo gracia y no dejaron de meterse con Victor, mientras que yo, incomoda, pemanecí en silencio durante todo el almuerzo, eso sí degustando la mejor moussaka del mundo, pero tan avergonzada...
De camino a casa y tras la comida, en la que todos prescindimos del postre debido a la gran cantidad de comida en los platos, yo seguía  en silencio absorta en mis pensamientos, -¿Como pude llevarle allí?-, pensaba constantemente.
Al acercarse para despedirnos, fué cuando volví a la realidad y me dí cuenta de que le final de la velada había llegado y lo peor, es que eso me disgustó, ya que no había sido como lo planeé. Me volví a disculpar, esta vez por mi tía Mirta. Pero él se limitó a sonreirme, con esa media sonrisa que me encanta y dijo:
- Has estado muy callada en el almuerzo, espero que en nuestra próxima salida no sea así, me encanta tu voz.
Y volvió a sonreir.
Le devolví la sonrisa y me despedí con un beso en la mejilla, pensando en lo feliz que era en ese instante.
De vuelta a casa pensé, -¿La próxima cita? Este chico es un ángel, despues de todo, quiere volver a verme...
Y regresé a casa con mi mejor sonrisa.

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