sábado, 19 de noviembre de 2011

MI NOMBRE ES ALEXIA.., Y CONOCÍ EL AMOR

CAPITULO 13
Despues de aquel beso, no pude volver a verle y viajé a Atenas, pensando que dejaba atrás, lo que más quería en este mundo.
En el avión solo pensaba en él y decidí leer un poco para desconectar, pero me era imposible. Ese beso estaba clavado en mi memoria, en mis labios y en mi corazón. Echaba de menos su calor, su sabor, su olor y tan solo hacía unas horas que no sabía nada de él.
Al aterrizar en Atenas, le envié un mensaje confirmando que había llegado sana y salva, pero sobre todo pensando en lo mucho que le echaba de menos. Y él contestó:
-Yo tambien te echo de menos contaré las horas que faltan para vernos, te quiero.
Creo que fué la primera vez que me lo dijo, pero despues hubo muchas más veces y cada vez, era especial para mí. Cada te quiero, cada te amo, cada elogio que él hacia hacía mí, se convertían en granitos de arena que iban formando la mayor montaña de amor del mundo. La más grande , la más fuerte, la que jamás sería derrocada, ni hundida, la última montaña formada por el sentimiento más sincero, el amor.
Mi estancia en Atenas, se estaba haciendo más dura que de costumbre. Solo sus mensajes me reconfortaban y me animaban.
Mi primo, Aristo, se metía constantemente conmigo, supongo que tener 15 años, para él, no era fácil  y para mí menos, ya que tenía que aguantar sus burlas cada vez que cogía el móvil o el portátil.
Pero entre bromas y burlas, un día en el que yo me encontraba más decaida, porque no podía contactar con Victor, se acercó a mí y me dijo:
-Primita, tengo que enseñarte algo, ven conmigo.
Me llevó a un monte desde el cual, se veía la Antígua Acrópolis y el Partenon y me dijo:
- ¿Si fueras una diosa griega, que tienes mucho parecido a ellas, que pedirías?¿ Qué cambiarías?
- Pediría que el mortal al que amo, me amase como yo a él, haría que estuviese aquí conmigo y no pudiese alejarse nunca de mi lado.
Soltó una sonora carcajada y dijo:
- Pues sí que estás tú pillada...
No pude más que sonreir.
Él, Aristo, que desde pequeño fué mi amigo y confidente allí en Grecia, se había empequeñecido al lado mía, a pesar de su embergadura física, era mucho mayor que yo, sus pensamientos y formas de actuar, hacían que sus 15 años, al lado de mis 17, fueran un abismo. En ese instante, me dí cuenta de lo que siempre me dijo Victor sobre la diferencia de edad. Pero tambien confirmé mi teoría, las chicas maduramos antes que los chicos y a veces, un solo grado de madurez, cambia mucho la visión del mundo.
Aristo, se quedó unos minutos en silencio y poco despues sacó su móvil.
- Mira, esta es ella.
Cogí su móvil y una presiosa chica morena, de grandes ojos oscuros estaba junto a él en una foto.
Puse cara de interrogación.
- Salimos desde hace un par de meses y este es nuestro lugar favorito, desde que estás aquí, no he podido verla, porque tengo que quedarme contigo y tú siempre estas enganchada al móvil o al pórtatil.
- ¿Habeis quedado hoy?- pregunté.
- No, ni siquiera sabe que hemos salido, pero necesitaba venir donde la besé por primera vez.
Sonreí y me di cuenta de algo.
El amor, cuando es sincero, es igual a todas las edades, siempre nos dá alegrías y otras daña el corazón, seamos niños, adultos o ancianos.
Le dí el móvil y le dije:
- Llámala, estará deseando oirte.
Cogió el móvil y a los pocos minutos allí estaba ella, estaban  juntos y cogidos de la mano.
Me quedé observando el Partenon y hubiera dado todo lo que tengo en este mundo, para que él hubiera estado allí a mi lado. Observando esa hermosa luna llena, la más grande que jamás había visto.

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