CAPITULO 32
No podía dejar de pensar en su preocupación, en su mirada, en su dolor....Me sentía culpable por no decirle la verdad. Pero después de ver su reacción tuve mi decisión aún más clara. Ya sabía que decir a Victor, pero aún no sabía en que momento exacto. Tras unas horas, recibí una llamada sorprendente, Poli.
- ¡Hola guapa! ¿ Se te pasó el enfado conmigo?
- ¡Hola! No estoy enfadada, nunca lo he estado, pero no pienso hablar contigo de mi vida, ni ahora, ni nunca. -Dije en tono calmado.-
- Bueno, vale. ¿ Qué tal estás?
- Bien - contesté-¿ Y vosotros?
- Bien, bien, pero no es eso lo que me ha dicho Victor. Acabo de hablar con él y está muy preocupado por tí.
- Ya te digo que estoy bien, o ¿tu me notas mal?
- Tan desagradable como últimamente- Y sonrió-.
- Pues eso, bien.
- Bueno, pues ya que no me quieres contar, te dejo, pero ya sabes, me enteraré.
- Vale, adios.
Tras colgar solté un resoplido agudo, de alivio más bien. Adoraba a Poli, pero no a su interrogatorio y a su sarcasmo. Además ¿qué quería después de meses sin hablar? ¿Qué buscaba?
Me daba igual, en ese instante solo pensaba en tomar un relajante, descansar y vivir el mejor fin de semana de mi vida, con el chico que más amaba en este mundo. Victor.
Estaba a punto de irme a la cama cuando Doc, me llamó para decirme que Victor estaba muy asustado por mí y para preguntar que que tal seguía.
- Todo bien, gracias. Y no te preocupes ahora hablaré con él.
Colgué a Doc y desde la oscuridad de mi habitación hablé con Victor, hasta quedar rendida por el sueño.
Le pude oir más relajado al ver que me encontraba con ánimos de contarle lo de Poli.
- ¡Esa es mi chica !, una guerrera nata.
- Pues no lo olvides nunca, te amo.
Dormí placidamente hasta que sonó el despertador.
Me vestí y cogí el equipaje, dirigiendome al punto de encuentro. Por el camino me encontré a Victor.
- ¡Hola amor! ¿Sabes que vas en dirección contraria?
- Quizás porque voy en busca de la bella durmiente, para que no se duerma en el bosque o en estas calles. ¿Cómo te encuentras?
- ¿Como me ves?
- Respuesta judía- contestó él-. No debes responder con una pregunta.
- Cierto. Me encuentro genial y...¿usted?
- Deseando pasar todos estos días a tu lado.
- No tienes muy buena cara.
- Anoche, el que no durmió bien fuí yo.
- ¿Preocupado por mi?
- Entiendelo, me asusté cuando te ví caer al suelo. Y luego esos estúpidos médicos, solo preguntaron ¿ha desayunado? Me parecía increíble. Tú allí, tirada y ellos haciendo preguntas estúpidas. ¡Gracias a Dios, llegó Doc! Me hubiera puesto a discutir con aquellos imbeciles, si no llega él.
Mientras me relataba aquello me limité a sonreir y mirarle orgullosa. Estaba viendo lo mucho que me amaba y me sentía la persona más dichosa del mundo.
- Lo mejor de todo esto,- continuó él- es tu sonrisa de ahora. No quiero que te pase nada, Alexia, te amo.
Solté mi maleta y me dirigí a él besandole.
De repente, oímos a Sara decir:
- Parejita, dejar algo para la sierra.
Ambos nos reímos y la saludamos con un par de besos.
Doc, nos esperaba en el coche.
- ¡Buenos días a todos! ¿ Qué tal hoy Alexia?
- Bien, genial, deseando llegar.
- ¿Qué os parece si paramos a tomar algo por el camino?- dijo Victor.
- Lo iba a proponer.- Dijo Doc mirandome.
- Oye, que yo ya he desayunado, eh...-dándome por aludida con sus comentarios-.
- Pues yo, no. - Dijo Sara sonriendo.
- Ganamos mayoría .- Dijo Victor.
- Ok, como querais.
Tras una hora de coche, de risas y elocuencias de todos, paramos en una cafetería de carretera, ya metídos casi en la sierra. Aprovechamos para ir al baño y comer algo. Y que mejor que un bocata de embutidos ibéricos.
Tras el ameno descanso, emprendimos de nuevo el viaje y en poco tiempo llegamos a nuestro destino.
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