CAPITULO 39
Me levanté de un sobresalto, alguien llamó a la puerta con gran insistencia. En casa no había nadie, así que abrí yo. Medio dormida y en pijama.
Abrí y me quedé perpleja. Ante mí, estaban Doc y Victor.
- ¿Qué haceis aquí? Y...¿a las 10:00 de la mañana?
Doc contestó:
- Victor y sus cosas.
- ¿ Qué pasa?¿ Estás bien Victor?
- Si. ¿ Y tú?
- Despierta y no mucho, ¿por...?
- He hablado con Poli hace cosa de media hora y me dijo que estabas loca, que inventas cosas y que divagas.
¿ Yo? El si que está fatal. Solo sabe decir que yo hago teatro para conquistarte. Pero no quiero desayunar hablando de Poli. ¡Buenos días a ambos! ¿Subiís y desayunamos?
- No, creo que no.- Contestó Victor.- Será mejor que me marche.
- Vale, nos vemos luego.
-Ya veremos. -Contestó y se alejó.- Doc, ¿vamos?
Doc le siguió haciendo un gesto de que luego me llamaría.
Desayuné, me vestí y llamé a Doc.
- ¿ Qué ha pasado? pregunte a Doc.
- Ni idea, solo sé que me llamó esta mañana y me preguntó si tu y yo hablamos anoche. No le mentí, ya que no le dí importancia al asunto. Le dije que te llamé para ver que tal estabas tras el viajey que te ví alteradapor lo de Poli. Me dijo que esa no era la versión que tenía.
- ¡Ah! ¿No?¿ Y que versión tiene él?
- Ni idea, pero Poli es puro veneno.
- Lo sé, pero aún así le debo que presentara a Victor. Le quiero mucho, pero a veces se cuela con sus comentarios. Pero.., ¿porqué le acompañastes a mi casa?
- Por nada, por algo de la ONG, había que descargar un camión.
- Entiendo.
- Alexia, no te preocupes, Victor te ama.
Suspiré y agregué:
- Ese es el problema. Y yo a él.
Aquella tarde salimos a pasear, no hicimos referencia al asunto, pero Victor notó mi ausencia en varios momentos. Y así me lo hizo saber.
- ¿Te pasa algo? Estas muy callada.
- No, estoy bien.
Le mentí, lo cierto es que no dejaba de darle vueltas al asunto y menos lograba olvidar las palabras de Victor. " Otra versión" y "me marcho". Esas palabras me culpaban de algo, pero ¿de qué? ¿Qué pasaba por la cabeza de Victor?
Me acompañó a casa, yo seguí en silencio. Nos despedimos con un fuerte abrazo y un beso.
- ¿Sabes que te amo?
- Si, aseguré yo.
- Pues no lo olvides.
Y se alejó. ¿Por qué habia dicho aquello?
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