CAPITULO 40
Aquella tarde me hizo pensar y mucho, sobre todo en como debía de actuar para alejarme de Víctor. Y no sería yo la queme apartara. Si no él, él me alejaría poco a poco de su vida.
Fui al instituto, las clases habían comenzado tras las mini vacaciones. Pero la preocupación y saber que jamás volvería con Víctor comenzaron a causar estragos en mi cabeza. Dolores constantes, mareos perdidas de conciencia...No quería aquello. No quería ser el centro de atención de nadie y menos preocupar a mis seres queridos, entre ellos a Víctor.
Él comenzó a preocuparse, cuando constantemente estaba en urgencias, en cambio yo, no me preocupaba por mi salud, sino de él.
Comencé a preocuparme por sus estudios, ya que los abandonaba por mí. Me comencé a sentir culpable, mi seguridad en mi misma iba desvaneciéndose, apenas quería hablar con él, en cambio le echaba de menos si no estaba conmigo. Era un "Ni contigo, ni sin ti." Le amaba y le quería a mi lado, pero sabía que debía de continuar su camino sin mí. Yo sería una gran carga. Él necesitaba algo mucho mejor que yo. Y me lo repetía tan a menudo, que acabé por creérmelo.
La Alexia que él conoció se fue perdiendo en el tiempo.
Cada vez discutíamos más a cuenta de Poli y yo comenzaba a odiar, al que un día fue como un hermano. Dejé de confiar en todos, incluso en mi misma. Hasta que un día Víctor tomó una decisión tras una fuerte pelea.
- Se acabó.
Sentí dolor, sentí como algo en mi pecho me aprisionaba, me ahogaba, algo murió en mi en ese preciso instante. No pude mas que comenzar a llorar, era lo que buscaba, pero no lo que quería. Lo que más quería era a Víctor. Y él acababa de desaparecer de mi vida. Al menos lo vi así en ese instante. Después de aquello, llegaron más conversaciones. Víctor, por amor, se ofrecía a ayudarme, a seguir a mi lado. Y eso era lo que precisamente, yo no quería. Quería que volara, que lograra sus sueños, que acabase su carrera, que viajara con la ONG.
Y así fue, Víctor partiría en unas semanas a Asia, había terminado los exámenes con éxito. En cambio yo, tenía pendientes para septiembre.
Doc, me llamó, la ONG, harían una fiesta de despedida a Víctor y me preguntó si yo estaría allí. Aunque en un principio desistí al poco de llamarme Víctor, para invitarme, accedí.
Me sentía nerviosa, ya que desde que terminamos, semanas atrás, casi un mes, no le había vuelto a ver.
En la fiesta apenas hablamos, nos dedicamos miradas y algún saludo que otro. A mi lado Doc.
Pero a la hora de regresar a casa, él insistió en acompañarme. Hablamos del viajes, de sus planes y de que yo continuaría en la ONG de colaboradora. Llegamos a casa y a la hora de despedirnos preguntó:
-¿Te puedo abrazar?
Lo pensé un instante, pero accedí.
Me abrazo fuertemente, jamas lo había hecho así, fue como si no me quisiera dejar marchar. Y lo peor, es que yo tampoco a el. Sentí como algo en mi interior me dijera que aquel sería el último abrazo. el último contacto físico entre dos grandes amores. Aquel abrazo fue largo, pausado.., sentí su calor en mí y sentí que sería un hermoso recuerdo de despedida. El mejor.
Cuando nos separamos, nos dijimos adiós
con tristeza y a pesar de guardar las apariencias. En cuando cerré la puerta, una lágrima rodó por mi mejilla, llegando a mis labios. Fue la lágrima más amarga de mi vida, quizás porque mi vida se fue con ella, con aquella lágrima.
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