miércoles, 14 de diciembre de 2011

MI NOMBRE ES ALEXIA.., Y CONOCÍ EL AMOR

CAPITULO 20
Llegué a casa maravillada por la joya que había tenído delante, pero, ¿sería capaz de ponerme algo así yo sola? Tendría que intentarlo, ya que Victor quería vermelo puesto. Deseaba que llegara la hora señalada y estar lista.
A las 18:00 h, él estaba allí.
Nos dirigimos a su casa, deseaba probarme aquel kimono y que Victor lo viese, naturalmente cuidé todos los detalles, recogí mi pelo en un moño japonés con un palillo de márfil,acabado en una luna tallada y desnudé mi cuerpo de joyas. Entre el kimono y yo solo habría una delicada prenda interior de chantilly y un leve aroma a perfume afrutado.
Llegamos a su casa , sus padres estaban de crucero por el Báltico. Y Victor tenía la caja sobre una silla en su dormitorio. Le hice salir para desvestirme. El primer kimono era uno sencillo más cerrado y estrecho que el exterior, de lino natural, se abrochaba con unos lacitos a los lados. Sobre éste se colocaba el exterior de seda, el cual se cruzaba cuidadosamente para no hacer arrugas y se cerraba con el inmenso lazo rojo que se anudaba a la espalda.
Salí del cuarto timidamente y me dirigí al salón, buscando a Victor.
Se quedó mirandome de arriba a abajo sin decir nada, le miré, sonreí y le señalé el lazo poniendome de espaldas a él.
Comenzó a anudarlo cuidadosamente y cuando terminó me cogió de la mano y nos dirigimos a su dormitorio, donde había un gran espejo. Me pidió que cerrara los ojos, segundos antes de llegar a nuestro destino, le hice caso y cuando los abrí, ví lo hermoso que quedaba sobre mí. Me giré un poco para contemplar la gran lazada que Victor había hecho. Puse mirada interrogativa y dijo:
- La chica de la tienda me enseñó a hacerla, pero nunca pensé que tu piel resaltara de esa forma sobre el kimono.
Sonreí y dije:
- Un té caballero, - había leido "Memorias de una geisha" y sabía como servir un té cuidadosamente, dejando entrever mi muñeca sutílmente.
Nos dirigimos al salón y Victor se apresuró en hacer un té.
 Yo decidí esperarle de rodillas sobre una hermosa alfombra blanca, él trajo el té sobre una bandeja y lo tomamos en silencio sobre la alfombra. No dejaba de mirarme y al ofrecerle de nuevo la tetera, cogió mi mano, soltó la tetera y besó el reverso de mi muñeca. Sonreí timidamente.
Siguió avanzando muñeca arriba hasta la altura del codo, se acercó a mí y quitó mi pallillo del pelo.
- Suelto está mejor.
No dije nada me limité a mirarle a los ojos.
Deslizó mi melena a un lado y besó suavemente mi cuello, deslizandose por la espalda hasta donde el kimono le permitió. Con el mismo cuidado que hizo el lazo, lo deshizo y deslizó el kimono de seda hasta dejar ver uno de mis hombros. Siguió besandome suavemente y al minuto se detuvo, se puso de pie ante mí y alargó su mano invitandome a seguirle.
Tenía miedo, sabía lo que se aproximaba, pero deseaba descubrirlo por mi misma. Le seguí hasta su dormitorio.
Allí, frente a mí me besó y dijo:
- No ocurrirá  nada que tu no desees.
 No dije nada, solo me limité a desabrochar los lacitos del kimono interior.
Sonrió levemente y se quitó su polo, se acercó a mí y continuó besandome, desde mis labios  fué descendiendo poco a poco, hasta mis senos, mientras sus manos me desnudaban por completo, dejando que el kimono se deslizara suavemente por mi piel hasta caer al suelo.
 Me abrazó fuertemente, sentí el calor de su torso desnudo y lentamente nos dirigimos hacia su cama.
Seguimos con besos y caricias, y noté como sus suaves manos se deslizaban entre mis piernas, para deshacerse de la única prenda que me quedaba.
Le sentí en mí, con dolor, con amor, con miedo, con pasión, me sentía tan dichosa e incrédula... Apenas podía creerme que Victor estaba dentro de mí.
- ¿Te encuentras bien? ¿Te duele?
Mentí con una sonrisa, el dolor era llevadero, y dije:
- Continúa, por favor...
Seguimos hasta conseguir el climax y tras el final, no cesó de besarme.
- Me quedaría así eternamente, abrazado a tí, quiero que te quedes esta noche. -Dijo desde lo más profundo de su ser.
- Sabes que no puedo Victor, pero te aseguro que ese día llegará pronto, te amo.
 - Y yo a tí, pequeña.
Seguimos así abrazados, acariciandonos hasta la hora de regresar a casa.
 Me vestí, cogí mi kimono y me lo llevé a casa, eso sí, prescindiendo de la enorme caja.
- Siempre tendrá un significado especial para mí, dije mientras lo guardaba.
- Y para mí, dijo con una sonrisa Victor.
Me acompañó a casa y en la puerta dijo:
- Espero que no haya sido todo muy precipitado, espero que no te arrepientas de esto algún día.
- ¿ Porqué debería de arrepentirme? - pregunté. - Lo he hecho con la persona que amaba , con alguien muy especial para mí. Jamás me arrepentiré.
 Me besó y se alejó.


 NOTA: Gracias a las grandes novelistas romanticas he conseguido escribir esta página, ya que aún desconozco muchas de las cosas aquí escritas y que espero descubrir algun dia como la misma protagionista, con mucho amor.

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